Comunicarse de manera efectiva, detectar resistencias, establecer metas. Estos son sólo algunos de los consejos que puedes empezar a usar para que tus pacientes no abandonen su tratamiento a mitad de camino.
Todos los profesionales de la salud conocen esta historia: pacientes que llegan dudosos, escuchan con recelo, intentan seguir el tratamiento, y luego de un par de semanas –¡quizás días!– abandonan.
Es un problema tanto para paciente como para profesional: el profesional no puede ayudar, ni el paciente se deja revisar ese malestar que le afecta.
¿Qué podemos hacer para mejorarlo? Sabemos, por lo menos, lo que no hay que hacer: subestimar a nuestros pacientes, ponerles ataduras y/o rendirnos de inmediato con ellos.
Aunque cada profesional tiene sus propias perspectivas al respecto, aquí te compartimos algunos consejos que pueden ayudarte a encontrar tu propia solución para esos pacientes desmotivados.
No es poco común escuchar sobre profesionales de la salud que, a pesar de tener conocimientos en extremo especializados en su área, se manejan de manera pobre en el trato uno a uno con sus pacientes.
Si bien parece un cliché decirlo, lo que más recordarán tus pacientes de ti es cómo los haces sentir en tu consulta.
En términos prácticos, esto significa que así como le pones atención a los síntomas que padecen, también es necesario ponerle atención a detalles de nivel personal:
Recuerda siempre que el experto en los problemas de tu paciente es tu propio paciente.
Está bien escuchar y entender lo más posible, pero ten mucho cuidado con hasta qué punto te involucras en los problemas de tus pacientes.
La empatía puede ser engañosa, ya que creemos que entendemos porque podemos identificarnos con sus afecciones. Sin embargo, el exceso de empatía puede cegarnos ante las causas y consecuencias de sus problemas.
Por eso, otra de las claves para tener a tus pacientes motivados también es poder mantener la distancia y ser capaz de mirar desde afuera su relación con su diagnóstico.
La comunicación efectiva es una habilidad que se practica.
Para ejercitarla con tus pacientes es necesario que delimiten juntos los objetivos a los que están aspirando durante el tratamiento. Establezcan metas y tiempos claros pero flexibles.
A medida que avancen, hazle saber a tus pacientes los cambios y mejoras que vayan logrando. Dales tiempo para que encuentren su propio ritmo y su propia capacidad de tomar decisiones.
La clave para comunicarse de manera efectiva es justamente enfocarse en esos consensos y puntos en común.
Mientras se desarrolle el tratamiento, recuerda estar atenta a las resistencias que vayan apareciendo.
Tal vez tu paciente tuvo una mala experiencia en el pasado con otro profesional de tu misma disciplina. O quizás sea un escéptico de tu línea de tratamiento, y se siente obligado a ir por factores externos.
A veces la solución a este problema es tan simple como preguntar. Indaga en cuáles son esos factores que le pueden generar prejuicios e intenta redireccionarlos en vez de discutirlos.
Una buena opción es hacer énfasis en los resultados del tratamiento más que en el tratamiento mismo. Así podrán enfocarse juntos en los objetivos que quieren alcanzar y hacer más llevadero ese camino.
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