Hoy muchos pacientes te conocen primero por Instagram o TikTok. Por eso, lo que publicas importa. En esta guía verás qué sí y qué no subir, cómo pedir permiso correctamente y un paso a paso para cuidar a tus pacientes y tu reputación cada vez que publiques.

"Perdí 12 pacientes en una semana. No por mala praxis. No por negligencia. Los perdí porque descubrieron mi TikTok".
Esta confesión anónima en un foro médico privado resume el dilema que miles de profesionales enfrentan hoy. Y no es un caso aislado: Michael Ayers, productor en Nueva York, abandonó su terapia cuando descubrió que su psicólogo tenía más de 50,000 seguidores en TikTok y subía contenido sospechosamente similar a sus sesiones privadas.
"Nunca decía mi nombre", cuenta Ayers, "pero cada video felt like my story being told to strangers" (sentía que mi historia se contaba a extraños).
El terapeuta técnicamente no violó ninguna norma. Pero perdió algo más valioso que seguidores: la confianza de su paciente. Ningún profesional de la salud estudió para hacer daño... pero las redes no perdonan a nadie.
Luis Tejo, nutricionista conocido como Nutrihulk con miles de seguidores, lo dice sin filtros:
"Me di cuenta hace poco que el boca a boca ya no existe. Nadie dice 'anda a ver este nutricionista en tal dirección'. Ahora dicen 'mira su Instagram, ve si te gusta su vibe'. Tu Instagram ES tu sala de espera".
Los números lo confirman:
Pero aquí está el problema: mientras los médicos aprenden a crear reels, las demandas por exposición digital aumentaron 240% en Chile desde 2023, según datos de FALMED.
En salud, el primer filtro de muchos pacientes hoy es Google, TikTok o Instagram. Revisan tu contenido, tu tono y si comunicas con criterio. Cuando el profesional comparte experiencias demasiado “cercanas” a lo que ocurre en consulta, el paciente siente que su historia está siendo usada como contenido, aunque no se mencione su nombre.
La presencia digital no sustituye la consulta; la prepara. Un buen ecosistema de contenidos reduce ansiedad, mejora adherencia y acorta explicaciones básicas en sesión.
Las RRSS abrieron una vitrina inmensa, pero los formatos más virales suelen ser casos reales —lo íntimo se viraliza más que lo técnico—, y ahí se cruza fácilmente de la pedagogía al espectáculo. El riesgo: sesgos (mostrar solo éxitos), simplificaciones y casos identificables aunque estén “anonimizados”.
Los principios báscios:
Educación antes que espectáculo. Expertos recomiendan enfocarse en alfabetización sanitaria y automatizar lo repetitivo (p. ej., un taller o video base para que el paciente llegue con conceptos claros y puedas dedicar la consulta a su problema real).
La presencia educativa mejora la adherencia y reduce la ansiedad preconsulta; además, te posiciona como mediador confiable frente a la desinformación que llega por RRSS.
Si trabajas en salud y publicas en Instagram/TikTok, este episodio te ayuda a evitar errores éticos, cuidar la confidencialidad y profesionalizar tu presencia digital sin perder cercanía con tus pacientes.
¿Para quién es? Médicos, psicólogos, nutricionistas y equipos de centros de salud que usan redes para educar, posicionarse y captar pacientes con responsabilidad.


Co-founder & CEO
Como co-fundador y CEO de Encuadrado, me apasiona estar armando el ecosistema que va a ayudar a todo profesional a independizarse crecer y triunfar. En vidas pasadas trabajé en los equipos de Producto de startups como Brex en San Francisco, California.