La propuesta de valor es la solución específica que tu servicio ofrece a un público determinado. No necesariamente tiene que estar en el logo o el eslogan; más bien, es algo que las personas perciben a través de lo que haces y cómo lo haces. Se transmite de manera clara y efectiva en cada interacción y en la calidad de tu servicio.
Definir tu propuesta de valor te permitirá comunicar con claridad aquello en lo que realmente destacas. Esto atraerá a los clientes que más se beneficiarán de tu servicio y generará confianza en quienes buscan justamente lo que tú ofreces.
Es importante recordar que una propuesta de valor no es lo mismo que definir un nicho de mercado. La propuesta de valor se enfoca en el beneficio que tu servicio brinda, mientras que el nicho de mercado define a quiénes quieres dirigirlo.
La propuesta de valor es el núcleo de lo que hace único a tu servicio o producto para un público específico. Es más que un eslogan o una oferta de descuento: es la promesa que le das a tus clientes sobre cómo puedes resolver sus problemas de una manera que nadie más lo hará. Piensa en ella como la razón clara y poderosa por la que alguien debería elegirte a ti sobre tus competidores.
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Las personas no compramos solo productos o servicios; buscamos una conexión genuina. No nos atraen los logos, las marcas o los precios, sino la visión y el propósito de quienes están detrás. Queremos vernos reflejados en esa visión, sentir que compartimos valores y que el servicio nos ofrece algo más allá de lo tangible.
Para evitar confusiones, es importante saber que una propuesta de valor no es lo mismo que:
-Un incentivo o descuento: No es algo que presione para una compra rápida.
-Un eslogan: Aunque puede resumirse en una frase, va más allá de una línea publicitaria.
-Una declaración de posicionamiento: No se limita a hablar de beneficios generales; aborda el valor específico que brindas.
Bain & Company desarrolló el modelo de los "Elementos de Valor", una clasificación que detalla los diferentes tipos de valor que puedes ofrecer. Estos se agrupan en cuatro niveles:
-Funcional: Satisface necesidades prácticas. Ejemplo: Un servicio de entregas a domicilio que ahorra tiempo.
-Emocional: Satisface necesidades emocionales, como reducir la ansiedad o brindar entretenimiento. Ejemplo: Netflix, que permite a sus usuarios relajarse con contenido personalizado.
-Cambio y evolución personal: Fomenta el desarrollo personal. Ejemplo: Duolingo, que motiva y brinda un sentido de pertenencia a quienes aprenden un idioma.
-Aporte al colectivo: Ofrece valor social. Ejemplo: Marcas de ropa sostenible que ayudan a proteger el medio ambiente.
Crear una propuesta de valor sólida comienza con entender a fondo qué problema resuelves y qué te hace único para tu cliente ideal. A continuación, sigue estos pasos para identificar y formular tu propuesta de valor, integrando los elementos que aportarán el máximo valor a tus clientes.
1.Identifica el problema principal de tu cliente
2.Define la solución que ofreces
3.Destaca tu diferenciador
4.Consolida tu propuesta de valor
Veamos uno a uno los pasos.
Empieza explorando los problemas más urgentes de tus clientes y cómo estos influyen en sus vidas. Para identificar estos puntos, pregúntate:
-¿Qué retos enfrenta mi cliente?
-¿Cuáles son sus frustraciones o puntos de dolor?
-¿Qué desean o buscan alcanzar?
Al profundizar en estas preguntas, podrás identificar las necesidades de tu cliente y visualizar si tu servicio ofrece valor funcional (como ahorrar tiempo o reducir riesgos), valor emocional (como bienestar o seguridad), o incluso valor de cambio personal (como motivación o auto-actualización).
Describe cómo tu servicio o producto resuelve ese problema específico. Es fundamental que tu solución esté alineada con el beneficio esperado por tus clientes y que sea clara y concreta. Enfócate en:
-¿Cómo mejora la vida de tus clientes?
-¿Qué resultados específicos pueden esperar?
Al crear una solución, ten en cuenta los valores de cambio y evolución personal, como la motivación o el sentido de pertenencia. Esto permitirá que tus clientes se sientan optimistas y respaldados en su camino hacia la mejora.
Para conectar profundamente con tus clientes, identifica qué hace tu servicio especial frente a la competencia. Esto puede ser un enfoque innovador, una metodología única, o incluso un beneficio emocional y colectivo. Pregúntate:
-¿Qué ofreces que otros no?
-¿Qué te hace diferente y valioso?
Resalta elementos de valor como la personalización, el acompañamiento constante o el impacto positivo en la vida de tus clientes. Un diferenciador que inspire a tus clientes a alcanzar su potencial y sientan que forman parte de una causa mayor puede ser clave para una conexión auténtica.
Finalmente, integra el problema, la solución y tu diferenciador en una declaración clara y concisa que demuestre tu valor. Responde a estas preguntas:
-¿A quién ayudas?
-¿Qué problema resuelves?
-¿Por qué deberían elegirte a ti?
Un psicólogo especializado en el bienestar de hombres jóvenes y profesionales descubre que muchos de sus clientes luchan con el manejo del estrés, la autoexigencia y las expectativas laborales y personales.
Estos hombres, a menudo, sienten que no tienen un espacio seguro donde explorar sus emociones, lo cual contribuye a su frustración y ansiedad.
Para atender esta necesidad, el psicólogo ofrece un enfoque personalizado que se adapta a las metas y retos específicos de cada cliente, promoviendo el autoconocimiento y el desarrollo de herramientas emocionales prácticas.
Además, brinda un espacio de acompañamiento constante, con sesiones enfocadas en la gestión de emociones y el equilibrio entre vida personal y laboral, ayudándoles a construir una mentalidad resiliente y a fortalecer su sentido de identidad y propósito.
Propuesta de valor:
“Ayudo a hombres con vidas profesionales exigentes a desarrollar herramientas emocionales para manejar el estrés y alcanzar su bienestar, a través de un enfoque seguro, práctico y enfocado en sus necesidades únicas".
Te compartimos algunos ejemplos de profesionales que han trabajado su marca de manera excepcional, logrando una propuesta de valor que, aunque sutil, deja una impresión profunda y duradera.
Marie Kondo: “Ayudo a las personas a transformar su espacio en un lugar que inspire alegría y paz”.
Tony Robbins: “Empodero a las personas para que tomen el control de sus vidas y alcancen su máximo potencial”.
Dave Ramsey: “Te ayudo a tomar el control de tus finanzas para que vivas libre de deudas”.
Brené Brown: “Inspiro a las personas a encontrar fuerza en la vulnerabilidad y liderar con empatía”.
Gary Vaynerchuk: “Ayudo a los emprendedores a construir sus marcas y alcanzar el éxito en la era digital”.
Oprah Winfrey: “Empodero a las personas para que encuentren su propósito mediante historias inspiradoras”.
Simon Sinek: “Inspiro a los líderes a descubrir su propósito y priorizar el bienestar humano”.
Tener clara tu propuesta de valor es un paso esencial que debe definirse desde el inicio, aunque se trate de algo que irás descubriendo y afinando con el tiempo. No es necesario tenerla completamente definida de la noche a la mañana, pero sí debe estar presente en cada aspecto de lo que ofreces.
Al final, no vendes solo un producto o un servicio; vendes una experiencia, un estilo de vida y beneficios emocionales que tus clientes valoran y recuerdan. Tu propuesta de valor no solo describe lo que haces, sino cómo logras impactar de manera significativa en la vida de quienes confían en ti.
Content Manager Podcast
Periodista, content manager y consultora de comunicaciones.